Introducción:
El guardián en el centeno, cuenta la historia de Holden Caulfield, un joven neoyorquino de 16 años que acaba de ser expulsado de Pencey Prep, su escuela preparatoria. Está narrada en la voz de Holden, un joven que se ha caracterizado por tener malos resultados en sus estudios (ya había sido expulsado de varios colegios) y quien cree que la mayoría de la gente es «falsa», salvo algunas excepciones (se destaca el gran amor que siente hacia sus hermanos, uno de los cuales está muerto).
La historia comienza un sábado, poco antes de Navidad. A Holden se le ha informado que no podrá volver a su colegio (ubicado en Pensilvania) después de las vacaciones. Tras una pelea con su compañero de habitación, decide no esperar hasta el miércoles para volver a Nueva York (donde vive con sus padres), marchándose esa misma noche.
Una vez en su ciudad, se aloja en el hotel Edmont (que es descrito como de muy bajo nivel). Va al bar del hotel pero no se encuentra a gusto: no lo dejan beber y las mujeres con las que habla le parecen estúpidas. Decide ir a «Ernie’s» a tomar algo, pero se encuentra allí con una ex novia de su hermano, por lo que decide regresar al hotel.
Subiendo a su habitación, el ascensorista le dice a Holden que puede conseguir una prostituta que por 5 dólares tendrá sexo con él. Acepta, pero una vez que la prostituta (Sunny) llega a su cuarto, se arrepiente. De todos modos quiere pagarle, pero ella afirma que la tarifa es de 10 dólares, Holden se niega a pagar más de lo convenido. Regresa Sunny con el ascensorista unos minutos más tarde, reclamando los 5 dólares faltantes; Holden se niega a dárselos e insulta al ascensorista, quien lo golpea, mientras la prostituta le quita de la billetera el dinero.
Al levantarse el día siguiente Holden llama por teléfono a Sally, una muchacha con la que había salido en varias ocasiones anteriormente. Quedan en verse esa tarde. Después de dejar el hotel, mientras espera la hora de la cita, compra un disco para su hermana.
Holden y Sally van primero al teatro y luego a patinar. Holden le propone a Sally escapar de la ciudad e irse a vivir a una cabaña. A ella le parece una mala idea, lo que enfurece a Holden, quien le dice que ella le cae muy mal. Esto genera que Sally se vaya a su casa llorando, ofendida, sin aceptar las disculpas.
Holden invita a un ex compañero (Luce) para ir a un bar. El encuentro con Luce es corto, ya que le dice que debe irse rápido. De todas maneras Holden sigue en el bar, bebiendo hasta emborracharse.
Holden desea ver a su hermana (Phoebe, una niña de poco más de diez años), pero no a sus padres. Va a su casa y sigilosamente entra a la habitación de su hermana. Resulta que sus padres están en una fiesta, por lo que Holden y Phoebe pueden conversar tranquilamente. Cuando Phoebe se entera de que su hermano ha vuelto a ser expulsado de un colegio, se enfada y comienza a cuestionar a Holden, acusándolo de ser una persona a quien no le agrada nada ni nadie. Es en esta conversación que el protagonista afirma querer ser «guardián entre el centeno» (una especie de cuidador de niños que juegan en el centeno al borde de un precipicio).
Cuando los padres regresan, Phoebe esconde a su hermano en el armario. Finalmente, Holden escapa de su casa sin ser visto. Se marcha a la casa de Antolini, un ex profesor suyo que lo aprecia mucho. Antolini le prepara su sofá para que pueda dormir en él. Poco después de acostarse, Holden despierta cuando su ex profesor le acariciaba la cabeza. Asustado al pensar que se encuentra frente a un pervertido, se viste rápidamente y se marcha de allí.
Pasa esa noche en una estación de metro. Caminando solo por la ciudad decide marcharse al Oeste. Antes desea avisar a su hermana de la decisión, por lo que le deja una nota en la escuela para encontrarse con ella en el museo. Phoebe llega a la cita con una maleta, diciendo que se va con él. Holden se niega, por lo que su hermana se enfada. Para alegrarla la acompaña al zoológico y al carrusel. Viéndola girar, Holden se siente feliz (por primera vez en el libro expresa ese sentimiento). Finalmente decide no marcharse.
En el último capítulo de la novela, unos meses más tarde de lo narrado, Holden cuenta que estuvo enfermo y que se encuentra ahora en una institución, recuperándose. Fuente: Wikipedia
Algunas frases del libro:
- «¿Te has hartado alguna vez de todo? – le dije -«
- “No importa que la sensación sea triste o hasta desagradable, pero cuando me voy de un sitio me gusta darme cuenta de que me marcho. Si no luego me da más pena todavía”
- “La vida es una partida y hay que vivirla de acuerdo con las reglas del juego.”
- «De partida un cuerno. Menuda partida. Si te toca el lado de los que cortan el bacalao, desde luego que es una partida, lo reconozco. Pero si te toca del otro lado, no veo dónde está la partida. En ninguna parte. Lo que es de partida, nada.»
- “Me alegro de que inventaran la bomba atómica: así si necesitan voluntarios para ponerse debajo cuando la lancen, puedo presentarme el primero”
- “Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras”
- “Aquel hotel estaba lleno de maníacos sexuales. Yo era problamente la persona más normal de todo el edificio, lo que les dará una idea aproximada de la jaula de grillos que era aquello”
- “No hay sala de fiestas en el mundo entero que se pueda soportar mucho tiempo a no ser que pueda uno emborracharse o que vaya con una mujer que le vuelva loco de verdad”
- “Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas”
- “No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se ha muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo”
- “Lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo y así no tendría que hablar. Si querían decirme algo, tendrían que escribirlo en un papelito y enseñármelo. Al final se hartarían y ya no tendría que hablar el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre hombre y me dejarían en paz.”
- “He conocido a más pervertidos, en colegios y todo eso, que nadie haya conocido nunca, y siempre les da por ser pervertidos cuando yo estoy allí”
- “Si yo fuera pianista, tocaría dentro de un maldito armario”
- “Si haces algo bien, o te andas con cuidado o pronto querrás empezar a lucirte y entonces ya no eres tan bueno”
- “Yo la uso para cazar personas” (En referencia a una gorra de cazador que Holden acababa de comprar)
- “No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo”
- Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura”
- “Antes yo era tan tonto que la consideraba inteligente porque sabía bastante de literatura y de teatro, y cuando alguien sabe de esas cosas cuesta mucho trabajo llegar a averiguar si es estúpido o no. En el caso de Sally me llevó años enteros darme cuenta de que lo era. Creo que lo hubiera sabido mucho antes si no hubiéramos pasado tanto tiempo besándonos y metiéndonos mano.”
- «Cuando ya había cerrado la puerta y volvía hacia el salón me gritó algo pero no lo oí muy bien. Estoy casi seguro de que me gritó
- «buena suerte» Espero que no, Dios quiera que no. Yo nunca le gritaría a alguien «buena suerte» Si lo piensas bien suena horrible.
- «La mayoría de la gente se vuelve loca por los coches. Se preocupan si les hacen un arañazo y siempre están hablando de cuántos kilómetros hacen por litro de gasolina, y no han acabado de comprarse uno y ya están pensando en cambiarlo por otro más nuevo. A mí ni siquiera me gustan los viejos. Quiero decir que no me interesan nada. Preferiría tener un maldito caballo. Por lo menos los caballos son humanos, por el amor de Dios.»
- «Creo que ése es el problema que tengo. Por dentro debo ser el peor pervertido que han visto en su vida. A veces pienso en un montón de cosas raras que no me importaría nada hacer si tuviera la oportunidad.»
- «Pero lo que me pasa es que no me gusta la idea. Si se analiza bien, es bastante absurda. Si la chica no te gusta, entonces no tiene sentido hacer nada con ella, y si te gusta de verdad, te gusta su cara y no quieres llenársela de agua.»
- «Eso del sexo es algo que no acabo de entender del todo.»
- «Por ejemplo, yo me paso el día imponiéndome límites que luego cruzo todo el tiempo.»
- «Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco.»
- «Lo que más me gusta de un libro es que te haga reír un poco de vez en cuando.»
- «‘Encantadores’. Esa sí es una palabra que no aguanto. Suena tan falsa que me dan ganas de vomitar cada vez que la oigo.»
- «No hay quien pare a un profesor cuando se empeña en una cosa. Lo hacen por encima de todo.»
- «Tuve suerte. Pude estar diciéndole a Spencer un montón de estupideces y al mismo tiempo pensar en los patos del Central Park. Es curioso, pero cuando se habla con un profesor no hace falta concentrarse mucho.»
- «El cuerpo de la mujer es como un violín y que hay que ser muy buen músico para arrancarle las mejores notas.»
- «Eso es lo malo de estar tan deprimido. Que no puede uno ni pensar.»
- «Para conocer a una chica no hace falta acostarse con ella.»
- «Recuerdo que una vez le pregunté a Childs si creía que Judas, el traidor, había ido al infierno.»
«Le dije que apostaría mil dólares a que Cristo no había mandado a Judas al infierno, y hoy los seguiría apostando si los tuviera.» - «Si quieren que les diga la verdad, no aguanto a los curas.»
«No veo por qué no pueden predicar con una voz corriente y normal. Suena de lo más falso.»
«Nunca puedo rezar cuando quiero. En primer lugar porque soy un poco ateo. Jesucristo me cae bien, pero con el resto de la Biblia no puedo.»
«No crean que criticó a los católicos. Estoy casi seguro de que si yo lo fuera haría exactamente lo mismo.» - «Hay cosas que no deberían cambiar, cosas que uno debería poder meter en una de esas vitrinas de cristal y dejarlas allí tranquilas. Sé que es imposible, pero es una pena. En fin, eso es lo que pensaba mientras andaba.»
- «En el momento en que la ví me entraron ganas de casarme con ella.»
- «¿Llego tarde? Le dije que no, aunque la verdad es que se había retrasado diez minutos. Pero no me importaba. Todos esos chistes del Saturday Evening Post en que aparecen unos tíos esperando en las esquinas furiosos porque no llega su novia, son tonterías. Si la chica es guapa, ¿a quién le importa que llegue tarde? Cuando aparece se le olvida a uno en seguida.”
- «¿Has pensado alguna vez que a menos que hicieras algo enseguida el mundo se te venía encima?»
- «Tienes que estudiar justo lo suficiente para poder comprarte un Cadillac algún día, tienes que fingir que te importa si gana o pierde el equipo del colegio, y tienes que hablar todo el día de chicas, alcohol y sexo.»
Average Rating